jueves, 9 de octubre de 2014

173. Ebola y riesgos laborales; el error humano como justificación del sistema

Tras una rueda de prensa gloriosa, cada una mira para un lado y todos pasan vergüenza. Después fue peor, se inculpa a la  víctima



Estos días hemos tenido conocimiento del primer contagio de ebola, fuera de África, y cómo no, ha sido en España. Asistimos horrorizados ante el escándalo de la culpabilización de la víctima para librar al sistema sanitario y político de culpa.

 Vayamos por partes; para los trabajadores sanitarios el contagio por ebola es un riesgo laboral de tipo biológico que debe ser prevenido. La normativa general sobre los riesgos biológicos se contiene en el RD 664/1997, de 12 de mayo, y en la Directiva 2000/54/CE. Respecto a los equipos de protección individual la regulación se contiene en el RD 773/1997, 30 de mayo y en este caso también es pertinente sobre los productos sanitarios el Real Decreto 1591/2009
Tanto en la normativa interna como comunitaria se efectúa una clasificación sobre los riesgos biológicos de mayor a menor en función de la probabilidad y gravedad de la enfermedad, del riesgo de propagación y  de la existencia o no de un tratamiento eficaz (art. 4.3 del RD y art. 2 De la Directiva). El grupo 4 (el de mayor riesgo preventivo) se define como aquél que, causando una enfermedad grave en el hombre, supone un serio peligro para los trabajadores, con muchas probabilidades de que se propague a la colectividad y sin que exista generalmente una profilaxis o un tratamiento eficaz.
El ebola se incluye dentro de este rango junto con otros virus Filoviridae como el Virus de Marburgo (anexo II de la normativa). Se debe recalcar que si bien su índice de propagación, su capacidad contaminante es relativamente baja, su mortalidad es muy alta (entre el 50 y el 90% de los infectados dependiendo de la zona donde se produce el contagio y la atención) y no se conocen curas eficaces. El ebola es una zoonosis, enfermedad trasmitida desde los animales, cuyo contagio entre las personas se produce a través del contacto con los fluidos de la persona enferma.
En la medida que se ha producido un contagio es deducible que algo no ha funcionado bien en el sistema preventivo. En este caso la prevención frente a este riesgo biológico debe conllevar una información (sobre el riesgo, qué es, cómo se propaga, etc), una formación (qué hacer para protegerse, qué pautas se deben seguir,…), un entrenamiento en efectuar esas prácticas preventivas, por ejemplo vestirse y desvestirse, un control de la actividad ( un testigo, acompañantes, auxiliares para ayudar a la descontaminación, grabación por video,…) y un seguimiento posterior o control sanitario de todos los trabajadores expuestos (art 14 de la directiva). Por la información suministrada por los propios trabajadores implicados, varios de estos elementos no se han  producido o se han llevado a cabo de manera deficiente. El relato del médico que atendió a la enferma en el Hospital de Alcorcón es ilustrativo de los fallos preventivos generalizados.
Tras un momento de zozobra los responsables políticos han procedido a inculpar a la trabajadora como responsable del contagio. El error humano, la culpa de la víctima, exculpa al sistema, le libra de responsabilidad en una gestión nefasta.
Es un procedimiento tradicional, que calma los nervios, y justifica la enfermedad en la culpabilidad, en el comportamiento del enfermo, luego el resto podemos estar tranquilos y la organización política es inocente.
Debe recalcarse que el error humano en un sistema complejo es un fallo del sistema; una articulación preventiva que no tiene en cuenta la falibilidad humana, la posibilidad de equivocación, padece un defecto de diseño. Los errores humanos, socorridas justificaciones de los siniestros laborales, ocultan errores sistémicos.
En este caso se procedido a un proceso de imputación casi inquisitorial, un auténtico auto de fe, que termina con la adjudicación del sanbenito a la víctima.
1   Por un lado se busca la confesión morbosa de la víctima, que admita su culpa. Y nos presentan un esperpento donde un médico nos comunica que la trabajadora es posible que se tocará la cara con el guante contaminado. ¡Culpable!
En realidad es una puerilidad aterradora, pues si en esta enfermedad se produce el contagio por contacto con los líquidos y los trajes son herméticos para esas sustancias, solo cabe que la contaminación se produzca al quitárselos. Sin embargo, a pesar de que en teoría este proceso se debe efectuar con un acompañante, no existe testimonio al respecto. Seguramente el lugar donde se efectúa el cambio era tan pequeño que no permitía la coexistencia de 2 personas. Tampoco hay grabaciones al respecto.
Estamos ante un intuición lógica, que debería de llevar a pensar que el procedimiento de descontaminación no ha sido eficaz; tal vez no deba una misma  persona quitarse los guantes contaminados, quizás fuera posible una descontaminación de los líquidos externos presentes en el traje y guantes,…. No, es más fácil sacrificar a la trabajadora.
 En el segundo  grado del vía crucis al que se somete a la auxiliar se le acusa de ocultar información, el sistema no responde adecuadamente porque nos engaña la trabajadora. En concreto se le imputa no haber informado de su condición y contacto con enfermos terminales de ebola. Tonterías. La auxiliar se dirigió con los primeros síntomas a Prevención de Riesgos Laborales que desestimó la posibilidad de que fuera ebola y la derivo al servicio sanitario normal.  Es más los sanitarios que recogieron a la enferma en su hogar alertaron que ella intuía que podía ser ebola, posibilidad desechada porque el facultativo anterior sólo había encontrado fiebre de 37,º2 (se supone que uno de los síntomas del ebola es un fiebre que alcanza los 38,6º)
3. La apoteosis de esta crucifixión llega de la boca del Consejero de sanidad que llega sugerir que la enferma ha podido mentir y ocultar deliberadamente la fiebre que tenía. Esta mendacidad del consejero es pura bellaquería y una tontería. Lo primero que realiza el facultativo cuando le relatas que tienes fiebre es comprobarlo, te pone el termómetro y punto. De hecho, al recogerla de su hogar se efectúa así y al  ingresarla en el Hospital de Alcorcón también se midió la fiebre que no llegaba a los 38.6ª en el momento que las evaluaciones daban ya positivo al ebola. Se ha actuado con un protocolo que identifica una fiebre con el padecimiento, excluyendo la prevención aunque existan otros síntomas y la posibilidad de contagio. Esto es un error de diseño preventivo, que de hecho se ha modificado ya.

    Yo no reclamo la dimisión de la ausente ministra, del impresentable del consejero de sanidad de Madrid, ni de la torpe directora general de salud pública (la que afirma que en la probabilidad nunca existe el 0 y 100, estupidez reiterada un par de veces pues la probabilidad siempre se extiende entre 0 –suceso imposible- y 1 – suceso seguro). Me conformaría con que les envíen a cuidar a los enfermos y aislados con el mismo protocolo que han dado por bueno.


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